Comunicándose
M e he tomado el consejo de Flynn sobre
que la comunicación con Anastasia debe ser más efectiva muy en serio, por lo
que esta noche, mientras nos sentamos juntos a cenar lo que la señora Jones ha
preparado para nosotros, le digo en lo que he estado involucrado en el trabajo
hoy. Le explico sobre el teléfono celular de energía solar en el que mi empresa
ha estado trabajando, que creo que tiene un potencial fantástico para ayudar a
los países menos desarrollados, que inevitablemente no tienen un suministro de
energía confiable.
Ana me escucha
atentamente mientras hablo, y luego me hace preguntas acerca de la visión que
tenemos sobre su desarrollo. Significa mucho para mí que ella se interese, que
quiere aprender más sobre algo que me importe tan apasionadamente. Parece que
compartimos los mismos valores sobre los proyectos de este tipo que pueden
marcar una gran diferencia en las zonas más desfavorecidas del mundo, y ese
hecho me hace amarla aún más. No sólo comparten un sexo increíble, ¿verdad
Grey? Ella realmente es una mujer especial. Una en un millón. En un billón. No,
ella es totalmente única en realidad. Nunca debes dejarla ir. Nunca.
Por alguna
razón, Ana parece aliviada de que sólo tenga tres propiedades, Nueva York,
Aspen y el Escala. Por supuesto, tengo los ojos puestos en la posible
adquisición de la propiedad con vistas a “The Sound”, pero no voy a decir nada
sobre eso todavía, ya que posiblemente no llegue a nada.
Anastasia es
evidente que aún tiene que hacer algunos ajustes para acostumbrarse a mi estilo
de vida, cuando ella automáticamente empieza a recoger y limpiar cuando
terminamos nuestra cena, olvidando que tiene personal para encargarse de todo
eso.
—Deja eso.
Gail lo hará —, le recuerdo, así que a regañadientes deja los platos en el
fregadero. —Bien, ahora que estás más dócil, señorita Steele, ¿hablaremos sobre
lo de hoy?
—Creo que tú
eres el que está más dócil. Creo que se me da bastante bien eso de domarte.
Conociendo a cincuenta sombras G.E. Griffin
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— ¿Domarme? — Resoplo divertido. Bueno, ¿no has estado siendo
exactamente el dominante estos días, verdad Grey? — Sí, Anastasia, quizá si se
te dé bien—, lo admito.
—Tenías razón sobre Jack —,
admite en voz baja.
Siento que el frío corre por
mis venas. Joder, lo sabía. Yo sabía que era un idiota. ¿Qué coño ha hecho para
que ella lo vea como lo que realmente es?
— ¿Ha intentado algo?
Lo mataré si así es. Pero no
antes de haberlo molido a golpes. Puedo sentir que mi temperamento está a punto
de estallar, y sé que fácilmente podría perder el control de la forma que solía
hacerlo cuando era un adolescente. Pero me esfuerzo para contener mi rabia,
para esclarecer algunos hechos primero.
Ana niega con la cabeza.
—No, y no lo hará Christian.
Hoy le he dicho que soy tu novia y enseguida se ha echado para atrás.
Eso podría ser lo que
inocentemente cree, pero sigo sin confiar en él ni un ápice.
— ¿Estás segura? Podría
despedir a ese cabrón
Si ese cabrón ha estado
coqueteando con Ana, es historia, y no me importa la mierda de consecuencias
jurídicas por el incumplimiento de los términos de su contrato que haya, vamos
a llevarlo a juicio.
Pero Ana está convencida de
que puede tratar con él, que tengo que dejarla luchar en sus propias batallas y
no sofocarla. Recordando el consejo de Flynn de la sesión de esta tarde,
escucho y trato de tomar en cuenta sus sentimientos y deseos, pero todavía
necesito de toda mi determinación para no insistir en que, o bien deja el
trabajo o voy a despedir a Hyde.
Ella se acerca y se coloca
entre mis piernas mientras me siento en la barra de desayuno. Ella tira de mis
brazos a su alrededor y luego apoya sus manos en mis brazos, yo empiezo a
sentirme un poco más tranquilo, debido a su contacto, el contacto estrecho
entre nosotros. Conociendo a cincuenta sombras G.E. Griffin
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—No necesito que aparezcas como un caballero andante para
salvarme —, trata de tranquilizarme. Créeme nena, yo definitivamente soy el caballero oscuro,
sobre todo con los pensamientos que estoy teniendo acerca de lo que me gustaría
hacerle a Hyde.
—Tienes que
aprender a dejar que las cosas pasen. Y si eres capaz de hacer eso – de
concederme eso – vendré a vivir contigo —, susurra, mientras tiernamente
acaricia mi cara.
— ¿De verdad?
—Sí.
—Pero si no me
conoces... — Si así fuera, si supieras toda la repugnante verdad sobre mí,
créeme, ya te habrías ido.
—Te conozco lo
suficiente, Christian. Nada de lo que me cuentes sobre ti hará que me asuste —.
Realmente no sabes de qué estás hablando, mi dulce, dulce niña.
—Pero si
pudieras dejar de presionarme…
Las palabras
de Flynn vuelven a mí. “Ella es claramente una mujer inteligente, por lo que
tienes que explicarle con mayor eficacia por qué tienes preocupaciones sobre de
su seguridad.”
—Lo intento,
Anastasia. Pero no podía quedarme quieto y dejar que vayas a New York con
ese... idiota. Tiene una reputación espantosa. Ninguna de sus asistentes ha
durado más de tres meses, y la empresa no ha hecho nada para retenerlas. Yo no
quiero eso para ti, nena. No quiero que te pase nada. Me aterra la idea de que
te hagan daño. No puedo prometer que no interferiré, no, si creo que puedes
salir mal parada.
Sé lo que
quiero decir a continuación, lo que tengo que decir. Es duro, pero respiro
profundamente.
—Te amo,
Anastasia. Voy a hacer todo lo que este en mi poder para protegerte, no puedo
imaginar mi vida sin ti.
Ana me mira
fijamente. Entonces una sonrisa maravillosa se extiende por su rostro, mientras
me mira a los ojos. Sus ojos brillan con una emoción sin palabras. Conociendo a
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—Yo también te amo, Christian —, susurra, luego se inclina
para besarme. Es un momento especial, perfecto entre nosotros. Es la primera vez
que le he dicho estas palabras. Te. Amo.
Pero el momento es perturbado
por un Taylor que discretamente, aclarándose la garganta, está tratando de
llamar mi atención y que claramente se encuentra incómodo al respecto. Dios
sabe cuánto tiempo ha estado de pie allí, esperando el momento adecuado.
— ¿Sí? — le ladro, sabiendo
que debe tener una buena razón para interrumpir.
—La Sra. Lincoln viene en
camino, señor.
— ¿Qué?
Taylor se encoge de hombros
como disculpándose. ¿Qué diablos puede querer ahora Elena? Suspiro mientras
sacudo la cabeza. Por supuesto que tenía que aparecer justo en el momento
preciso en el que las cosas se desarrollaban tan bien entre Ana y yo, antes incluso
de haber tenido la oportunidad de lograr que mi cabeza asimile que ella acepto
vivir conmigo.
—Bueno, esto se pone
interesante —, murmuro, sabiendo que Ana no puede soportar a Elena. Pero me
resigno a lidiar con las consecuencias del encuentro entre la mujer de mi
pasado con la mujer de mi presente y espero que de mi futuro. Conociendo a
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Capítulo 43
Viejo
equipaje
D ecir que Elena se sorprende al
descubrir que Anastasia está conmigo mientras pasea despreocupadamente por mi
apartamento es un eufemismo. Ella solo jadea con la boca abierta, congelada.
Pongo a Ana a mi lado, cerca, en un intento de mantener la calma y
tranquilizarla, porque sé que no va a estar del todo feliz por esta visitante
en particular.
Es evidente
que Elena asumió erróneamente que he mantenido el viejo acuerdo que solía tener
con mis sumisas. Por supuesto, solo he estado con ellas los fines de semana,
nunca entre semana, como hoy, así que naturalmente Elena esperaba que yo
estuviera aquí solo. Esto solo demuestra que todavía no ha aceptado cuan
diferente es la relación que tengo con Ana comparada con las ultimas quince
sumisas.
—Lo siento. No
Sabía que estabas acompañado, Christian. Hoy es lunes.
—Novia —,
puntualmente le recuerdo. Como te he dicho incontables veces, Elena. Deja de
tratar de ignorarlo, porque Ana está aquí para quedarse, así que vas a tener
que acostumbrarte a ello.
—Por supuesto.
Hola, Anastasia. No sabía que estabas aquí. Sé que no quieres hablar conmigo.
Lo entiendo —. Elena ha recuperado la compostura rápidamente.
— ¿Ah sí? —
Ana suena sorprendentemente tranquila y firme.
Estoy
impresionado. Puedo ver que ella no va a dejarse intimidar por Elena, que viste
de pies a cabeza con su acostumbrado negro elegante, pero más bien aburrido.
Prefiero las blusas azules. Puedo oler el perfume pesado de Elena desde el otro
lado de la habitación. Qué raro. Solía gustarme, pero ahora me parece exagerado
y empalagoso. Un poco como la propia mujer que lo lleva.
—Sí, he
captado el mensaje. No he venido a verte a ti. Como he dicho, Christian no
suele tener compañía entre semana —. Elena se queda mirando a Ana como si fuera
una bicho raro. —Tengo un problema y necesito hablarlo con Christian.
Conociendo a cincuenta sombras G.E. Griffin
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— ¿Ah? — Ahora siento curiosidad por lo que pueda ser ese
asunto. — ¿Quieres beber algo?
—Sí, por favor —, murmura
Elena con gratitud, lanzando un gran suspiro y acariciando su inmaculado
cabello rubio platinado. Yo prefiero el cabello castaño largo, especialmente
cuando se extiende sobre la almohada a mi lado en la cama.
Llevo el vino mientras las dos
mujeres se sientan en la barra de desayuno. Al menos parece que están llegando
a ser civilizadas la una con la otra. O ignorándose mutuamente. Lo que me viene
muy bien.
— ¿Qué pasa? — Le pregunto a
Elena, que mira nerviosamente a Ana. Tomo su mano, determinando a que ella se
quede a oír lo que esté pasando. No le voy a mantenerle nada en secreto, no si
quiero tener su confianza, sabiendo que tiene esos sentimientos negativos
acerca de Elena.
—Anastasia está conmigo ahora.
— Así que lo que
tengas que decir, vas a tener que decirlo delante de ella. Ese es el trato, lo
tomas o lo dejas.
Elena sonríe,
y su rostro se ablanda un poco. Al igual que antes, cuando me estaba
recompensando por satisfacerla. Pienso en ello como su sonrisa real, una que
ella se digna conceder a su sumiso. Conozco todas sus expresiones muy bien, por
supuesto.
—Me están
chantajeando —, confiesa, mientras juega nerviosamente con el grande y
ostentoso anillo que lleva puesto en su dedo medio.
Maldición.
Chantaje. Esa es siempre la pesadilla para cualquiera que tenga un estilo de
vida poco convencional. Pero estoy perplejo, Elena siempre ha sido discreta y
cuidadosa. Así fue como nadie descubrió nuestra relación que duró de más de
seis años.
— ¿Cómo?
Ella saca una
nota de su bolso, y trata de dármela, pero le digo que la deje sobre la barra,
por si acaso hay huellas dactilares útiles en ella, a pesar de que Elena
rápidamente señala que ella no puede ir a la policía con ella. Yo estaba
pensando más en la línea de poner a Welch en ello. Sin duda, ninguno de los dos
se siente cómodo con la idea de tener al espionaje policial muy de cerca en
nuestra vida privada. Conociendo a cincuenta sombras G.E. Griffin
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—Solo están pidiendo cinco mil dólares. ¿Tienes idea de quién
puede ser? ¿Alguien en la comunidad? — Le pregunto.
Han pasado muchos años desde
que estuve involucrado con la comunidad BDSM. El sexo en público nunca ha sido
lo mío, soy por naturaleza muy solitario. Cada vez que he necesitado contratar
una nueva sumisa en los últimos años, siempre he utilizado un servicio en línea
muy discreto y exclusivo. Pero algo no parece estar bien acerca de este intento
de chantaje, eso es lo que me dice mi instinto. Cinco mil dólares parece una
cantidad ridículamente pequeña. No vale la pena ni la molestia de enviar la
nota.
—No.
— ¿Linc?
— ¿Después de tanto tiempo? No
lo creo.
— ¿Isaac lo sabe?
No he conocido al nuevo sumiso
de Elena, pero ella me dijo que es feliz con él, por lo que su relación parece
lo suficientemente sólida.
—Creo que él debería saber —,
le aconsejo, pero Elena niega con la cabeza.
Durante todo el rato que Elena
y yo hemos estado hablando, he estado sosteniendo la mano de Ana, mientras ella
ha estado tranquilamente sentada allí. Ahora siento que ella está tratando de
liberarse, pero aprieto mi mano mientras la miro. No quiero que ella se sienta
excluida. Yo la quiero aquí, a mi lado, para que no haya malentendidos.
— ¿Qué pasa? — Le pregunto.
—Estoy cansada. Creo que mejor
me voy a la cama.
Miro su rostro en busca de
pistas para tratar de evaluar cómo se está tomando todo esto, pero ella
mantiene una expresión reservada, así que no lo puedo leer. ¿Está enojada
conmigo? Sin duda ella entiende que no tengo más remedio que ayudar a mi amiga
en su hora de necesidad.
—Está bien. No tardaré —. No
puedo hacer que se quede, y es su elección dejarme con Elena, no la mía, así
que a regañadientes la dejo ir, mientras Elena le dice buenas noches.
Conociendo a cincuenta sombras G.E. Griffin
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Una vez que Ana ha salido de la habitación, Elena acepta que
no hay realmente nada más que pueda hacer para ayudar, entonces no pierde el
tiempo en cambiar al tema de mi relación con Ana, diciéndome lo feliz que me
ve. Ahora me pregunto si la nota no es más que un pretexto, una excusa para
venir a verme. Ella sabía que yo estaba muy enojado sobre sus numerosos
intentos de reunirse con Ana a mis espaldas. Sospecho que esto muy bien puede
ser el caso, pues ella comienza interrogándome acerca de Ana, preguntando si
ella entiende todos mis problemas.
—Ella me conoce mejor que nadie
—, insisto.
—Ay. Eso duele —. Elena me
frunce el ceño.
Parece que no le gusta el
hecho de que su posición como la única persona que realmente me conoce está
siendo usurpada por una nueva y hermosa competidora. Viene a mi mente la idea
de Blanca nieves y la madrastra malvada. No vayas a aceptar cualquier manzana de ella, Ana.
—Es la verdad,
Elena. No tengo que jugar con ella. Y lo digo en serio, déjala en paz.
— ¿Cuál es su
problema?
—Tu... lo que
fuimos. Lo que hicimos. Ella no lo entiende —. Me alegro de que Ana no lo
entienda. Esto demuestra cuán pura y sin mancha es.
—Haz que
entienda —. ¿Por qué diablos iba yo a querer hacer eso?
—Es el pasado,
Elena, ¿y por qué iba yo a querer mancharla con nuestra jodida relación? Ella
es buena y dulce e inocente, y por algún milagro ella me ama.
Elena parece
pensar que no es tan sorprendente que Ana me ame, que soy una especie de gran
premio. Pero ella está perdiendo el punto, esta nueva relación es mucho más que
el dinero y las posesiones. Sé que todo lo que tengo no cuenta para nada con
Ana, y me encanta eso de ella. Por primera vez, siento que una mujer está
realmente interesada simplemente en Christian, no en el Sr. Grey,
multimillonario CEO de GEH. Tal vez por eso no dejaba de oír su voz sonando una
y otra vez en mi cabeza después de nuestro primer encuentro, cuando me llamó
Christian mientras se iba en el ascensor, después de caerse en mi oficina para
hacerme una entrevista. Cayó de cabeza derecha en tu vida también, ¿verdad
Grey?
— ¿No lo echas
de menos? Conociendo a cincuenta sombras G.E. Griffin
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— ¿Qué?
—Tu cuarto de juegos.
—Eso no es asunto tuyo —.
Elena siempre tiene que remontarse a eso, pero he descubierto que en realidad
no es el principio ni el fin de todo, como ella siempre había dicho que sería
para un hombre como yo.
—Lo siento —, dice ella con
ironía, con una expresión condescendiente en su cara. Ella parece olvidar que
ya no soy ese chico impresionable, sin experiencia de quince años que fui años
atrás. Ella no tiene derecho de indagar en mis asuntos privados.
Pero Elena siempre piensa que
es la experta, que solo ella sabe lo que es mejor para mí cuando se trata de
mis preferencias sexuales. Sin embargo, desde que conocí a Ana, me he dado
cuenta de que ella es en realidad muy ignorante y no sabe nada acerca de la
verdadera alegría del sexo. Todo lo que sabe son hechos fríos con respecto a
las mejores técnicas disponibles, sin mezclar cosas como las emociones o los
sentimientos, lo que hace que el follar solamente satisfaga el deseo físico. Y
he tenido bastante de todo eso.
—Creo que será mejor que te
vayas. Y por favor, llama antes de venir la próxima vez.
Ella no puede venir aquí
cuando quiera como si fuera la dueña del lugar. No es así. Las cosas han
cambiado. Hay un nuevo orden, y ella no tiene cabida en él.
—No quiero perderte,
Christian.
—No soy tuyo para que me
pierdas, Elena —, afirmo, exasperado por su negativa a aceptar que las cosas
han cambiado.
Pero antes de que ella se
vaya, tengo curiosidad por saber por qué ella le dio la impresión a Ana de que
me había visto el sábado después de haber roto, cuando en realidad solo llamó
brevemente por teléfono. Ese malentendido hizo las cosas más difíciles para mi
reconciliación con Ana.
—Yo quería que ella supiera lo
mal que estabas cuando se fue. No quiero que te haga daño.
Sus palabras me hacen
preguntarme si tal vez haya sido un poco duro con Elena. Es solo su manera de
tratar de protegerme, una vieja costumbre Conociendo a cincuenta sombras G.E.
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establecida en ella que es difícil de romper, después de todo
este tiempo. Pero eso no cambia el hecho de que ella tiene que aprender a
detenerse ahora. No necesito ni doy la bienvenida a esta incesante
interferencia e intromisión, sobre todo porque todo lo que consigue es irritar
a Anastasia cada vez.
Antes de irse, estamos de
acuerdo en que voy a pedirle a Welch que investigue este intento del chantaje.
Supongo que es lo menos que puedo hacer por ella pues ella sigue siendo mi
mejor amiga. Al menos ella dice que va a llamar en lugar de simplemente
aparecer, la próxima, vez sin previo aviso, aunque no puedo evitar esperar que
no vayan a ser demasiadas “próximas veces”, no con lo molesta que Ana se siente
acerca de ella.
Y con ese pensamiento, me
dirijo a buscar a Anastasia, para ver como se ha tomado la visita de la mujer a
la que ella se refiere claramente como poco menos que un demonio. Conociendo a
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